.

.

viernes, 5 de junio de 2015

Solo apto para leer en persona

Sobrevivimos a guerras de piel y acabamos siendo calma en medio de una tempestad donde tus manos son mi timonel.
Ahora te miro y ya me podrían arrojar todo el agua que hay en el mundo, que no conseguirían apagar los incendios que provocas cuando me miras así, que no lograrían acabar con mis ganas de desnudarte y arrojarme dentro de ti.
Cuando te tengo, así, entre mis brazos, todo el pánico se va y las paredes se ensanchan para dejarme respirar tu silencio. Y siento que en este preci(o)so instante puedo llegar a ser lo que nunca fui antes de ti.
Pero prefiero no echar la vista atrás y dedicarme a esperar tu beso cuando acabe de leer, aunque aún no he acabado y me quedan muchas cosas por decir.
Y probablemente todo lo que te vaya a decir no tenga conexión, sean frases sueltas, quizás en homenaje a lo sueltas que podrían estar mis manos si te tuviese a solas o quizás porque la única conexión que necesito que halla sea la de tu mano entrelaza a la mía. Así que ¡BAAAAAM! Una frase de golpe:
Que sacas lo mejor de mí. Que llegaste siendo huracán y acabaste llevándote los restos de otros desastres. Llegaste siendo libre para acabar siendo un poco mía.
Los cuerpos de los mortales dependen de órganos vitales, pero la inmortalidad de mis sentimientos depende absolutamente de ti.
Que te quiero, cuando te quedas callada, cuando te ríes por nada, cuando te aceleras en un baño, cuando te retuerces de cosquillas, cuando acaparas todo el chocolate, cuando me metes la mano por la camiseta, cuando te beso en el cuello y respiras más fuerte, cuando me llamas preciosa, cuando me abrazas y apoyas la cabeza en mí, como si quisieras esconderte del mundo, cuando no puedes parar de mirarme...
Y podría seguir, pero tengo unas ganas increíbles de besarte.