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martes, 15 de septiembre de 2015

Otra despedida más

Subo al bus y me baja el mundo.
Me pesa la frente por tus besos
cargados de despedida
y siento que me voy de casa
con nada más que tu sonrisa como equipaje.

Y en medio de un acto sadomasoquista
te pienso como el único hilo
al que fiaría mi vida
porque nadie la va a saber cuidar mejor.

Comenzaste siendo refugio
y acabaste siendo un hogar
de paredes construidas victoria sobre victoria,
alicatado hasta el techo de besos
y sostenido por tus abrazos.

Y nadie puede entrar en él.

Por eso dejan de importar los pasos de la gente
mientras te estoy besando
y las persianas se cierran
porque no soportan vernos más felices
que los que están dentro de su miseria.

Puede que no sea lo mejor que te haya escrito
pero quiero intentar calmarte la noche,
velarte los sueños
y lamerte las lágrimas una por una
hasta que dejes de arañarte por dentro.