.

.

miércoles, 22 de marzo de 2017

El mundo necesita soñadores

Somos la generación de los utópicos, idealistas e ingenuos.
Guardianes de causas perdidas
que buscan en las cuerdas vocales el grito exacto y letal
con el que hacer estallar un parlamento prostituido de promesas.

De acuerdo, somos ilusos, reyes de universos paralelos.

Herimos,
hacemos revolución,
hundimos la tierra con banderas de libertad,
hipnotizamos serpientes con corbata,
helamos el fuego de los bombardeos,
honramos a nuestros muertos,
hojeamos libros de fantasía
para no habitar en esta cruel realidad.
Usamos las haches como si fueran penicilina.
Creamos bombas a partir de migas de pan.

Y aun así nadie nos ve como héroes.
Nadie nos ve capaces de liberar a los imposibles
Y nadie, nadie, nadie… Besaría nuestros pasos
Aunque caminásemos sobre el agua.

Conocemos el lado oculto de la luna,
tenemos la cura definitiva contra el cáncer,
podemos lograr la igualdad total,
podemos acabar con la guerra entre países,
educar a habitantes del presente y no a adultos del futuro.
Lograremos la paz, tocaremos el aire, besaremos a la felicidad.

Y aun así nadie nos mira.

Somos el ave fénix renacida de las cenizas de las flores que cortaron,
la pelota del niño sirio muerto a la orilla del odio,
las páginas de los libros que quemaron,
la hierba que ya no crece en Hiroshima,
el poema más feliz de Bukowski,
las ganas de coger un tren en Atocha,
el alto al fuego contra el poder.

Y aun así nadie nos ve como héroes.
Y aun así nadie nos mira.
Pero es que no se tiene miedo a los héroes.
No se tiene miedo si no se fija la mirada.
Ojos que no ven corazón que no siente.


Y por eso no se atreven a mirarnos. 
Porque no somos héroes, 
somos soñadores 
y eso sí que acojona.

Porque nos sentimos tan vivos que no saben si en realidad estamos viviendo o estamos soñando.


Foto de Lucía Lobato (Instagram: lucialobato_14 / twitter: luciaa_14)


sábado, 11 de marzo de 2017

La inmortalidad de las estrellas

Esta noche habrá una estrella nueva en el cielo
y bailarán en torno a ella planetas vacíos
que se llenarán de vidas
y harán de ti un buen lugar
 para quedarse a vivir.

Y miles de personas a las que regalaste la oportunidad
que el mundo no te ha dado 
se asomarán a sus ventanas
y romperán el aura que te separa de sus pechos helados
para sentirte en la distancia
y convertir el viento en avenidas hacia tus brazos.

Míseros aquellos que se creyeron héroes
por asesinar a sus hermanos con el disparo del odio
cuando tú has sembrado amapolas en miles de corazones
para concederles la vida eterna.

Espero que allá donde estés
sigas cruzando miradas con nosotros
aunque no seamos dignos
de tu sonrisa incansable,
de tu fuerza hecha grito,
de tu voz hecha lucha.

Porque a ti sí que te rezaría cien veces cada día.
Porque a ti sí que te encendería cientos de velas.
Porque a ti sí te construiría un templo.
Aunque imposible de hacer tan grande como tu bondad.


Porque a ti, Pablo Ráez, te donaría las 6 vidas que me quedan.

La salvaje vida de las nubes

Soy consciente de que durante meses me he escapado de casa
para descansar sobre el paisaje nevado
que cada día tiñen de rojo millones de derrotados.
Porque pensaba que estaba bien.
Pensaba que algún día no despertaría
porque el frío ya habría hecho su labor
 y hubiera congelado hasta la más recóndita gana de vida.

He mirado de frente al dolor ajeno
pero nunca me he atrevido a enfrentarme al mío
delante del espejo porque siempre ha sido más fácil
eso de dar el golpe de gracia, o mejor dicho,
el golpe de ni puta gracia
y romperlo en mil pedazos con los que cortar el aire.
 A ver si así se le quitan las ganas de seguir haciendo respirar
a unos pulmones voluntarios en su ahogo en ceniza.

Y los gritos de las vidas que tanto he maltratado
 se han adherido a las más bellas flores con la esperanza
de seguir siendo sorprendidas por el mundo
pero la verdad es que he visto en ese abrazo letal
la muerte de la primavera.

Pero también soy consciente de que estos días
mi habitación ha pasado por todas las estaciones.
Ha caído una tormenta de verano
y un rayo me ha dejado estaqueada en mitad del patio
que nunca tuve para jugar al fútbol.

Se ha hundido el techo para dejar caer la lluvia
que tantos años llevo acumulando en este puto tejado de miseria
Y me he calado.
Y por fin me doy cuenta de que no me arrepiento
de haber roto a propósito TODOS LOS JODIDOS PARAGUAS.

He bailado con la luna llena cada noche
aun estando con los pies en la tierra
y he comprendido que eres tú
quien me está dando una nueva oportunidad  a la salida del sol.

Y aquí estoy otro día en el que no puedo decidir
si quedarme dormida o permanecer despierta
porque no sé cuál es la mejor manera de soñar contigo.
Y opto por enredarte entre mis pensamientos
 hasta que te hagas la dormida
y susurres con los ojos cerrados
que quieres seguir alargando cada minuto conmigo.

Porque, en realidad, ya llevo soñando mucho tiempo contigo.
Y sé que eres tú porque por primera vez en mi vida
no tengo miedo a mi mayor enemigo, no tengo miedo al dolor.  
¿Y sabes por qué?

Porque contigo quiero ser tan valiente
que cada beso que aún no te he dado

se convierta en tus mil razones para intentarlo.