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martes, 23 de junio de 2015

El segundo plano del cantautor

Te tuve entre mis brazos
durante el medio concierto
que no estuve entre los tuyos
y el cantante acabó convirtiéndose en público
de nuestra historia,
perdiéndose en tus manos tirando de las mías
para apretarte más fuerte contra mí.

Se cumplió el milagro una vez más
tras la cerveza de tus labios
y los besos desafiaron
a los finales tristes de cada canción.

Te susurré al oído
que no se tratá de que vuelvas,
sino de que te quedes y no te vayas,
de que me sigas partiendo en dos cada noche
para hacer de mi destrucción
un estallido melódico de mariposas
que me hagan volar.

Las esperas antes de ti fueron eternas
pero ahora hago cola por verte sonreír
y créeme que merece la pena.

Apuesto lo que quieras a que ese taxi
circula muertos por las calles
por no tener nuestras manos entrelazadas
en el asiento de atrás
y que dentro de poco la ropa que nos molesta en las despedidas
acabará ahuyentando los monstruos de debajo de la cama
mientras nos follamos lento,
poniendo el punto que le falta a cada noche.

Una vez más, me diste la vida
y ya van más de 200.

Qué bonito esto de contagiarnos un mismo rumbo
que tiene como destino una cesta de supermercado
para llevar a nuestra vivienda.

Y digo vivienda porque tú eres mi hogar.

miércoles, 17 de junio de 2015

Yo no tengo el mérito de mi poesía

Bailas al ritmo de mis latidos
y bombeas por mis venas
la vida que no tuve antes de ti.

Metes la lluvia debajo de mi paraguas
y traspasas cada gota
haciendo un arcoiris con el rojo de tus mejillas.

Dibujas sobre mi espalda tu futuro conmigo
y en el cielo Van Gogh se retuerce de envidia
al ver el mejor arte en nuestras sonrisas.

Besas dejando en braile sobre mis labios
las ganas de hacernos en el amor
como si fuésemos tinta sobre nuestras pieles.

En resumen, me desvistes de mí
para cubrirme con tu poesía.

Dices que tengo que tener mariposas
en la cabeza para escribir así,
pero yo solo escribo lo que me dictas.

domingo, 14 de junio de 2015

Sin metáforas no sería poeta

Te pensé fina arena entre mis dedos, escurridiza,
pero cuando te estrujé pude comprobar
que estás hecha de esa poesía que viene para quedarse
y no huye de ninguna marea.

Me ha costado una vida entera encontrarte
pero tú me indemnizas arrojándome cincuenta de ellas
cada vez que te traes con esa sonrisa
que acaba en milagro, es decir, en mis labios.

Y qué putada eso de imaginarme sin ti,
viendo en un travelling un trágico final
en el que mis mariposas agonizan entre escombros.

Y qué increíble poder desmentir los versos anteriores
cuando asfixias mi miedo entre tus manos
y cuando haces que pueda hablar literalmente de salvación.

Metaforizas todos mis versos
pero es que si tuviese que hacer de las metáforas algo literal
no sabría escribir más allá de un "quédate".

Y supongo que por eso escribo poesía.
Porque los minutos que dedicas a leerla,
son minutos que te quedas.

sábado, 13 de junio de 2015

El sobre


Tú.
Yo.
Tu mano.
Mi mano.
Tu cerveza.
Mi cerveza.
Un sobre de fotos.
Blanco.
Negro.
Encuentros.
Despedidas.
Reencuentros.
Canciones.
Poemas.
Sonrisas.
Besos.
Un comienzo.

En un momento contigo, cabe de todo menos el opuesto de la última palabra.

Suerte


Ayer me topé con la felicidad,
subida a unos tacones negros recién estrenados
y como tantas tardes,
solo que esta vez a lo bestia,
sentir inferioridad era una fiesta de mariposas.

lunes, 8 de junio de 2015

La escalera

Ojalá
      estas
           lágrimas
                  cayeran
                              por
                                     las 
                                    escaleras
                                                   de
                                                          tu
                                                              cuerpo.

domingo, 7 de junio de 2015

Poema de amor correspondido

Que cunda el pánico.
El caos es lo único que puedo ofrecer
desde este abismo, contigo.
Agarradas de las muñecas
y sonriéndole al fracaso, desafiantes.

Pero qué maravilloso milagro ocurrió
al suicidarnos en solos que suenan en guitarras,
tres por cuatro,
respirando paz,
inspirando música,
bailando en cuerdas
que no soportarían ni un gramo más que nuestro peso.

Y ese mismo instante que te besé
y pensé que estábamos locas.

Solo quiero que sepas que Madrid,
visto desde el humo de tu cigarro es como el campo sin sol
y que todo se me queda pequeño.
Que el eco después de gritar tu nombre nunca me parece suficiente.

Y que solo tú puedes cubrir mis vacíos
y completar mis compases.

~k~

No hay manera de acortar la poesía

Todas mis carreteras me llevan a ti a pesar de las tormentas.
La poesía se sonoriza en cada gota de lluvia
y hace los coros a nuestras respiraciones entrecortadas
cuando el beso da más calor de lo normal.

Te clavaste en mi mirada dos horas más tarde de lo acordado
porque tenía miedo a mirarte
y no querer volver a vivir en mi casa nunca más.

Y arriesgué.

Mirarte me hizo perder (me)
para acabar encontrando en tus brazos los pasos de baile
que la vida nunca me enseñó a dar.

Quererte nunca fue una opción
porque siempre fuiste la única respuesta
a las preguntas que la luna me gritaba por la ventana cada noche.

Pero maldita sea(s), joder.
Tardaste tanto en aparecer.

Digamos que el tiempo se suicidaría si supiese,
por el contrario,
lo poquísimo que yo tardé en darme cuenta
de que nunca querría a nadie como te quiero a ti.
Pero... Shhh... Guárdame el secreto,
el tiempo sigue pensando que puede jodernos después de muerto.

Y bueno,
que yo solo quería escribir tres o cuatro versos.
Todas mis carreteras me llevan a ti a pesar de las tormentas.
Y cada kilómetro que tendría que estar recorriendo ahora mismo,
lo sustituiré por vidas contigo.
Cincuenta y un poquito.

Pero ya sabes, mi maldito amor,
que cuando me pongo a pensar en ti,
no hay manera de acortar la poesía.

sábado, 6 de junio de 2015

La otra cara del amor

Dagas en mi piel aceleran el paso para abrirse un camino libre hasta la región izquierda del mapa de mi pecho.  Era tu región, la había preparado para ti, para que te quedases a vivir, para siempre si quisieses y ahora la ha invadido el más profundo de los dolores, y tú lo permites, joder. La muerte es el mal más pequeño si al otro extremo de la comparación estás tú, pendiendo de un hilo mordisqueado por la vida que no te ha sabido tratar.

Te has destrozado y ahora eres lo poco que queda de mí y me siento un ser inerte sin corazón y con demasiado aire que antes era para dos en los pulmones. Me he vaciado por ti. Te he dado lo que incluso no tengo porque ese vacío se llenaba con verte feliz, pero ahora no lo eres y tus risas alojadas en el oído derecho en el que siempre me susurras han saltado desde los ojos hasta el precipicio que me supone tu dolor.

Te prometí salvación y pensé que te la había dado. Parecía demasiado fácil. Pero aquí estás, muriéndote por dentro y yo mirando sin saber qué hacer porque por una vez no quieres aferrarte a mi mano. Creí que ya estaba todo hecho, que tus miedos se habían emblandecido con mi poesía y habían decidido soltarte para dejarte correr hacia mis brazos, esos brazos que te amarraron con una fuerza inexplicable para no dejar que viniesen otra vez a por ti. Ahora siento que te he soltado. Y que además tú ya no quieres volver, porque sabes que no voy a ser capaz de acabar con todo tu sufrimiento.

Piensas que eres la persona más destrozada del mundo, pero desde que me besaste y me dijiste te quiero, yo soy tú y un poco yo. Sufro por ti, y por lo poco que queda de mí y aún no te había dado. Pero vamos, que puedes llevártelo, ya no me importa.

viernes, 5 de junio de 2015

Mi felicidad en verso


Tú te preguntas cosas como que si soy capaz de escribir la felicidad en verso y yo me pregunto si de verdad aún no sabes que eres el poema que habla de ello.

Yo lo sé desde el día que me besaste y el cielo se puso a llorar, como si llevase dieciocho años queriendo que sucediera y le ardieran las mejillas de esperar.

Yo lo sé desde que quisimos conjugar el invierno y se nos echó encima la primavera antes de tiempo, envolviendo de calor las manos que unimos al caminar.

Yo lo sé desde que el solos que me provoca tu sonrisa cierra cicatrices y hace de mi boca sadomasoquista una suicida estrellada en tus labios.

Yo lo sé desde que los "quédate" comenzaron a borra miedos y a besarme la vida las tardes en las que estás.

Yo lo sé desde que te veo bajar de un bus como quien baja de un precipicio para poner los brazos y salvarme de mis caídas.

Yo lo sé desde que las únicas heridas que preveo en un futuro junto a ti son los arañazos que quiero que dejes en mi cuerpo.

Yo lo sé desde que este es el único poema que no puede tener un final, porque eres inmensa, al igual que mi felicidad.

Suelto y sin título

Te observo desde el ventanal
que da al día en el que perdí el juicio por ti
y me pongo a tiro de los misiles
que me lanza tu ausencia.

Giras sobre mi cabeza
como mi vinilo favorito.

La aguja que supone el recuerdo de tu voz
se marca un vals.

La soledad hace toc, toc en mi pecho
para sacar a bailar a mi corazón.

Pero tranquila, se niega.
Dice que solo bailará cuando sea con tu sudor.

Solo apto para leer en persona

Sobrevivimos a guerras de piel y acabamos siendo calma en medio de una tempestad donde tus manos son mi timonel.
Ahora te miro y ya me podrían arrojar todo el agua que hay en el mundo, que no conseguirían apagar los incendios que provocas cuando me miras así, que no lograrían acabar con mis ganas de desnudarte y arrojarme dentro de ti.
Cuando te tengo, así, entre mis brazos, todo el pánico se va y las paredes se ensanchan para dejarme respirar tu silencio. Y siento que en este preci(o)so instante puedo llegar a ser lo que nunca fui antes de ti.
Pero prefiero no echar la vista atrás y dedicarme a esperar tu beso cuando acabe de leer, aunque aún no he acabado y me quedan muchas cosas por decir.
Y probablemente todo lo que te vaya a decir no tenga conexión, sean frases sueltas, quizás en homenaje a lo sueltas que podrían estar mis manos si te tuviese a solas o quizás porque la única conexión que necesito que halla sea la de tu mano entrelaza a la mía. Así que ¡BAAAAAM! Una frase de golpe:
Que sacas lo mejor de mí. Que llegaste siendo huracán y acabaste llevándote los restos de otros desastres. Llegaste siendo libre para acabar siendo un poco mía.
Los cuerpos de los mortales dependen de órganos vitales, pero la inmortalidad de mis sentimientos depende absolutamente de ti.
Que te quiero, cuando te quedas callada, cuando te ríes por nada, cuando te aceleras en un baño, cuando te retuerces de cosquillas, cuando acaparas todo el chocolate, cuando me metes la mano por la camiseta, cuando te beso en el cuello y respiras más fuerte, cuando me llamas preciosa, cuando me abrazas y apoyas la cabeza en mí, como si quisieras esconderte del mundo, cuando no puedes parar de mirarme...
Y podría seguir, pero tengo unas ganas increíbles de besarte.

El día que por fin follemos...

...déjame denudarte por dentro.
Déjame bajarle las bragas a tus preocupaciones
  y besar en los labios a tus fantasmas.
Déjame acariciar la espalda de tu pasado
  y arañar a tu dolor hasta que le duela y se vaya.
Déjame humedecer tu soledad
  y empotrar a tus autocríticas contra un muro de cristal.
Déjame comerle el coño a tu rabia para que se calme
  y ría relajada de una puta vez.
Déjame empaparme con el sudor de tus sueños.
Déjame embestir sin piedad a tu corazón.
Déjame darle mil orgasmos a tu felicidad.
Déjame hacerte.
Déjame cuidarte.
Déjame salvarte.
Déjame quererte.
Déjame formar parte de ti.

Mi revolución

Estoy harta de las barreras que nos levanta la sociedad, del aire que nos obligan a respirar poniéndonos una máscara de odio hacia nosotros mismos por ser quienes somos, de la deshumanización del arte, de la censura de todos los libros que se ahogaron entre cenizas en su lucha por gritarnos la verdad.

Y estoy harta del inconformismo que nos ponen como uniforme de trabajo, de quienes deciden gobernar no solo en nuestra vida, sino también en nuestros ideales, de todos los vertederos a los que han ido a parar nuestras alas rotas, de que solo nos dejen escribir historias a lapicero para después poderlas borrar fácilmente sin dejar huella.

Pero en medio de tanta dictadura, apareces tú gritando revolución y clavando en mí la bandera de quien acaba de conquistar un país, o en tu caso, mil mundos y un universo.

Caminas por el parque ahorcando a todos los miedos en los árboles y brindas tus labios de cerveza con los míos para celebrar la victoria. Te ríes y cuando lo haces, tapas el clamor a la muerte de un toro y los micrófonos de todas las iglesias y parlamentos que no nos dejan querernos. Haces un corte de mangas a las señales de prohibición que hay en las carreteras que te llevan a mí. Tienes mi corazón enredado entre esas seis cuardas que haces sonar cuando cantas libertad. Llueves y creas tormenta en mi sonrisa (y en otros sitios) cada vez que me rozas. Vienes por las noches sin avisar para colgarte de mi pecho y arañarme la espalda mientras nos corremos juntas.

Y por último, me susurras al oído que me acerque a contemplar contigo el atardecer desde el borde de mis precipicios, quitándome el miedo a caer, y desde ellos chillas esas dos putísimas palabras y yo, y mi razón, gritamos quédate.

Palabras difíciles para una semana difícil

Cuando me besaste la primera vez
arrastraste con tus labios todo lo que era en ese momento
y te lo quedaste contigo.
Tal vez por eso ahora siento que soy más tuya que mía,
que todos mis movimientos me llevan a ti.

Apareciste proponiendo guerra cuando yo solo quiero darte salvación
y hacer de mi cama nuestro único campo de batalla.

Te prometí partirme en dos para hacerte más feliz y ahora mismo me ofrezco entera.
Llévame lejos, no me quiero si no es contigo.

Agárrate a mi mano antes de caer a los vacíos que te quieren imponer,
porque nunca te soltaré.
Sabes que me quedaré a no ser que seas tú quien decida soltarme,

Déjame formar parte de tus miedos y a cambio,
(y manteniendo firmemente la mano sobre tu pecho en llamas)
 juro ofrecerte una vida llena de sonrisas abanicadas de ganas.

Saldremos de todo, pequeña,
pero para eso hace falta que sepas que podemos hacerlo,
porque juntas somos invencibles.

Versos de carretera (y desgraciadamente, de vuelta)

No quiero ocupar medio poema hablando del pasado si puedo dedicarme a conjugar en presente lo que es mi vida junto a ti, si puedo hablar de lo que es verte reír un sábado por la tarde o de lo vulnerablemente pequeña que me haces sentir cuando apoyo la cabeza en tu pecho y me abrazas como si quisieras protegerme de mis monstruos.
Los verbos destructivos contigo han adquirido otro significado, amor.

Si me desgarro, es porque cada segundo que pasa tiras de mis vértices para quererte más.
Si me caigo, lo hago en ti y sigues cayendo conmigo.
Si me pierdo, lo hago en tu silencio cuando me miras sin decir nada, pero diciéndomelo todo.
Si me muero, es de ganas de hundir mis gemidos en tu pelo.

Te has convertido en mi calma, en un barco de piel y huesos en el que descansar después del naufragio, en la protagonista desnuda de cada una de mis noches, en mi salvación, en mi respiración, en el único motivo por el que me mantengo en pie, en mis ganas de luchar contra un suelo que no es digno de recibir tu caída, en mi casa, en los brazos que quiero que se enreden en mí al despertarme todos los días de mi vida, en el único culo que quiero mirar con descaro y sin disimulo, en la razón de la lágrima que acaba de resbalar por mi mejilla... En mí.

Pero es que por mucho que te escriba, que te diga, que te bese, que te admire, que te mire, que te verse, que te abrace, que te explique... Nunca vas a saber quién eres exactamente para mí, porque todo lo que te quiero, no cabe en una eternidad de poemas.

Hoy...

...mi cuerpo ha explotado en mil pedazos y a mi voz ya no le quedan fuerzas para gritar tu nombre y reclamarte que vengas a recogerlos.

Haraquiri

Quiero hablarte del haraquiri de mi pasado.
Y digo haraquiri porque lo haré de forma tan rápida y precisa como un corte de espada en el estómago. También tan doloroso como eso.

Mi pasado consistió en buscarte, joder.
En gritar por las calles hasta quedarme sin voz, hasta agonizar.
Parecía que mi soledad había condenado a mi pecho a una cadena perpetua de sentimientos...
Y es que yo antes de ti, estaba tan vacía como una puta celda.
Ni las paredes, ni mi cuerpo podían aguantar más marcas de odio hacia mí misma cuando de repente,
me vi sentada en el suelo, sonriendo como nunca antes lo había hecho.

Me llamo Verónica Alaguero y voy a cumplir medio año.
Medio año desde que un 29 de octubre del año 2014 empecé a vivir.

Lo dejo todo, pero solo por ti

Me quema la mirada solo de mirarte.

Brillas tanto que no puedo aguantar tu sonrisa
sin hacerme daño en los ojos,
sin rasgarme el pecho,
sin pensar que no eres real.

En verdad, maldito amor, prefiero la verdad de imaginarte
antes que la mentira que me brindaría una realidad sin ti.

Pero afortunadamente, ayer pude comprobarte de nuevo.

Caminas por la calle prendiendo eternidades
y me quedo sin respiración cuando te miro
y me ahogas con tu ceniza.

Y es que me llenas tanto que podría darle al mundo todo lo que tengo
y aún así ser universo por ti y por ello:

Dejo mi aire a quien tenga los pulmones podridos de tanto malvivir,
porque yo ya te respiro a ti.

Dejo mis banderas y mi identidad a quienes quieran malgastarlas en guerras,
porque yo contigo, no quiero fronteras.
Y menos las que me separen de tu piel.

Dejo mi agua para quien esté sediento y hecho desierto,
que a mis bragas ya les haces océano solo con un beso.

Dejo mi tiempo a quien quiera vengarse del pasado,
que yo tengo parado el reloj para vivirte
como si fuera el último día de nuestro futuro.

Dejo mi voz a quien se quede mudo frente a una catástrofe,
que ahora hablo con la tuya
y ya no tengo que usar la mía para gritar tu nombre.

Dejo mi tacto a las caricias
que se esconden en la timidez de un enamorado,
que a mí ya no me da vergüenza decirte
que el tuyo, tu tacto, lo quiero dentro de mí, mientras lo hacemos.

Dejo mi casa a los okupas porque vivo en ti.
Dejo mi dinero a los parados porque ya tengo un tesoro.
Dejo mi vida a quien quiera cogerla, que yo me meto en la tuya.
Dejo un todo por otro todo que eres tú.

Pero mi corazón, maldito amor, lo dejo solo para ti.

Aquel día viniste a vestirme de poesía

Quién me iba a decir que mi felicidad se hallaba reflejada en tus ojos.
Quién me iba a decir que tú serías esa sonrisa destinada a aparecer en mitad de un beso.
Quién me iba a decir que tus manos guardaban los escalofríos que ahora recorren mi cuerpo de norte a sur, de este a oeste.
Quién me iba a decir que mi mayor defecto era no tenerte.
Quién me iba a decir que podrías darme incluso lo que el mundo aún no tiene.
Quién me iba a decir que algún día sería tan grande por tus “te quiero” y no por inflarme a petit-suisses.
Quién… Quién… Quién…

Y ahora me doy cuenta de que he sido realmente ignorante.

Ignoré que las canciones de amor a las que antes esquivaba de un volantazo ahora tienen destinataria. ¿Fin del trayecto? Tu mirada.
Ignoré que la lluvia empapa menos que tus ganas. Que mis ganas. Que nuestras ganas.
Ignoré que el frío habla, que susurra, que nos incita a abrazarnos. A quemarnos la piel. A abrasarnos las entrañas.
Ignoré que mis mejillas podían cambiar de color, como los camaleones que aparecen en los documentales de la dos. Carne. Rosa. Rojo. Otra vez carne. Otra vez rosa. De nuevo rojo.
Ignoré que el hambre sólo se sacia teniendo la barriga llena de mariposas.
Ignoré que cada una de las caladas que le he dado al cigarro, eran los momentos que me aguardaban contigo. Y créeme que son más que políticos corruptos.
Ignoré… Ignoré… Ignoré…


Y ahora me doy cuenta de que he estado toda una vida con los ojos cerrados, y de repente has venido para abrírmelos.

Has venido para prohibirme taparme la cara cuando me dices cosas que me rompen y recomponen.
Has venido para traerme toda esa felicidad que ni si quiera unos Reyes Magos podrían regalar.
Has venido para hacer caer el jersey sobre tu hombro, reclamando guerra y a la vez firmando un acuerdo de paz.
Has venido para arrancarme un te quiero en la última milésima de segundo de un beso. No, un te quiero a secas no, un te quiero a rabiar.
Has venido para poner tu nombre entre mis sábanas, para que tus sueños marquen territorio en mi almohada.
Has venido para “continentalizarme”.
Has venido… Has venido… Has venido.

¿Todavía tengo que decirte que podrías ser tú? Vaya estupidez.
Lo eres joder.

LO ERES.


Anarkia

Quisiera hacer de nuestra historia de amor una anarquía de sentimientos.
Sin la obligación de tener compromisos
y sin el compromiso de cumplir con obligaciones.
Donde los únicos barrotes que me retengan sean las sombras de tus dedos
aproximándose a mi espalda
con el objetivo de acariciar el rastro de mariposas a las que das las alas.

Me encantaría dejar atrás esta mierda de mundo
regido por políticas de privacidad y términos de condiciones,
llevarte a la luna y contemplar desde allí las constelaciones
que tus lunares han formado en el espacio de mis miedos.

Quiero ser la voz de tu revolución,
el arma blanca con el que apuñales mi rencor hacia la humanidad,
tus ganas de arañarme la espalda,
de follarme,
de abrazarme después de haber protagonizado la rendición ante mí,
un grito en el vacío del que hacer un canto de libertad
que rece la religión de tus besos
 y llegue al nirvana en tus orgasmos.

Te quiero (libre)

El poema más largo del mundo

Nosotras.

Quiero hacer un trato contigo

Si me das tus miedos, prometo ir al más alto de mis precipicios y dejarlos caer a un abismo sin fin, como nosotras, para que nunca más puedan volver y solo quedemos tú, yo y mis ganas de llenar todas tus latitudes con banderines de batallas ganadas, porque cuando estamos juntas, tengo la sensación de que nada nos puede, de que el frío quiso sacar a febrero dos días más pero nosotras le respondimos con un para siempre. Quiero que tu único miedo sea el de perderme (y ya me encargaré yo misma de quitártelo) pero no puedo evitar sonreír cuando te miro y sé que te asusta. Y suena mazo egoísta, lo sé, pero es una más de tus formas de decirme te quiero y ya sabes cómo es mi cara cuando lo haces.
Ahora ya sabes la razón de mis sonrisas para después quedarme seria y pensativa.

Ojalá estuvieses aquí.
El temor no cabe en esta cama para dos en la que solo quiero meterte a ti.
Ni al temor ni a tus heridas, solo a ti.
Y quiero que las lágrimas se vayan con cada prenda de tu ropa, quiero escuchar tu respiración acelerada y asegurarme de que todo va bien dentro de ti, quiero verte estremecer de placer y no de rabia, quiero estar debajo de ti para evitar que caigas y que si caes, caigamos juntas dejándonos llevar, dejándote querer.

Quizá parezca una estupidez, pero no tengo nada más que ofrecerte que acabar con tu daño a cambio de que te quedes.

Poema del caos a petición tuya

Describimos el caos como desorden y destrucción
cuando en mi vida significa orden y reconstrucción.

Hace unos meses la tranquilidad matadora que arruinaba mi vida
se vino abajo gracias a ella y creedme que desde ese día ya no quiero paz.
No quiero paz cuando puede hacerme la guerra
y dispararme mil universos caóticos pero perfectos.
No quiero trincheras para protegerme.
Estoy dispuesta a soportar cada uno de los bombardeos que provoca cuando ríe.

Estoy dispuesta a gastar todos los fondos, incluso el de mi corazón
para subvencionar sus ganas de mí -y las mías-.
Y el día que se dejen de oír esos disparos y esas bombas,
seré yo misma quien me deje fuera de combate porque el caos abrá terminado.

Nadie quiere una vida sembrada de caos pero es que en la mía...

Caos es ella acariciándome la pierna.
Caos es ella mordiéndome el labio inferior.
Caos es el olor de su pelo recién lavado.
Caos es oírla cantar.
Caos es cada uno de los gestos que hace con la cara.
Caos es que se enamore de mí.

¿Todavía seguís pensando que esta palabra puede destruirme?

Las teclas de Ludovico

Ahora es uno de esos momentos en los que hasta las teclas de Ludovico suenan a bomba y me estallan en el pecho con ganas de matarme.
No quiero escuchar nada, tampoco a nadie.

Y la peor parte viene cuando me contradigo en lo que acabo de decir.
Y me cago en esta puta voz que llevo dentro, que es mía y que chilla tu nombre hasta hacer estallar uno por uno los cristales de todos los versos que te susurraría al oído si estuvieses aquí.

Y no hay ningún cable que pueda desconectar para acabar con este bucle de pensamientos y recuerdos que te traes cada día.
Así, sin darte cuenta. Ironías de la vida. O mejor dicho, de la no vida sin ti.
Joder, estoy harta de extender la mano hacia el vacío de mi cama y no tocar nada más que eso:

Vacío.
Vacío.
Vacío.

No sé quién lo está más. Si este mundo que me deja de importar cuando te vas o el inquilino del lado izquiero de mi pecho. Ese que te guarda en su interior con mil candados de lluvia y poesía para que al menos vuelvas al final de cada semana.

Me necesito a mí. Contigo. Con el único sonido de tu voz masturbando mis oídos.

A mí. Contigo. Dibujando nuestra historia de enamorados kamikazes y suicidas.
A mí. Contigo. Apagando con besos los incendios que causa tu ausencia.
A mí. Contigo. Mirándonos a los ojos mientras nos dejamos llevar y me haces arañar las sábanas.
A mí. Contigo. Aunque tú estés allí y yo aquí.

Ausencia

Cuando te echo de menos
nombrarte no es suficiente
y un desfile de puñales
baila claqué sobre mi espalda.

No me queda ninguna dosis de electricidad,
porque si no estás me descargo
con muchísima facilidad.

No puedo decirte que todo está bien
cuando me ahoga hasta la ropa que tendrías
que estar quitándome ahora mismo,
sin dejar que termine este poema.

Pero a pesar de ello,
he decidido estrellar el dolor de tu ausencia
contra los días del calendario
y no dejar que le den el papel protagonista de esta historia al tiempo.

Aunque quererte me cueste la vida,
estaré bien, amor.

Dicen que no hay mal que por bien no venga
 y en nada estaré de nuevo
deshojando el ramillete de sonrisas que te debo.

Hace tiempo que cicatricé todas las dudas
y la única apuesta que haré,
será la que marque la casilla de nuestro pequeño
pero interminable para siempre.

Así que dejo cada una de las lágrimas en polvos pendientes.

Conjugación de amar en 1ªpersona del plural


Hace tiempo que dejamos de cuidarnos del olvido
y arriesgamos por grabar a fuego una historia
que el viento llevará a nuestro portal de la calle Eternidad.

Nos dedicamos a la construcción
de nuestros cuerpos condenados al exilio.

Nos cavamos una trinchera contra el dolor
y nos metimos en ella
para que el mundo no nos viese besarnos
dentro de un mar de dudas resueltas desde el primer día.

Nos apresuramos demasiado,
pero el minutero del reloj no estaba por la labor de seguirnos el paso
y giró despacio para dejarnos vivir.
O mejor dicho, vivirnos.

Caminamos hasta el borde de nuestros precipicios
para mirar por última vez al vacío,
diciendo adiós a la amenaza constante de caer
hipnóticamente como un pájaro sin alas.

Salimos de nuestros laberintos de pánico
para proclamarnos república en nuestras espaldas,
para firmar un tratado de absolución contra el mundo
y quedarnos a vivir en la no miseria de una cabaña hecha de caricias.

Hablo de ti y de mí.
Perfecta conjugación de versos caóticos, empíricos.
Aniquilación de delirios suicidas, salvación.

Y es que, al fin y al cabo, amor,
no me hacen falta tantas líneas
para decirte que si no fuera por ti,
yo ya no sería.

Dentro del problema está el poema


Ahora mismo suena La noche eterna y cierro los ojos con la esperanza de encontrarte al abrirlos.
Pero no estás.
Todas mis paredes lo saben.
Saben de ti y de lo mucho que te necesito siempre.
Saben hasta aquello de lo que todavía yo no tengo ni idea.
Saben de tus piernas rodeándome la cintura.
Saben lo de tu piel.
Lo saben todo, pero a la vez nada, porque solo se puede conocer aquello que tiene límite y mi x tiende a infinito.

Que no me hablen de echar de menos cuando a mí me falta el aire si no estás.
Que no me hablen de destrucción si no te han oído llorar.
Que no me hablen de dolor si no saben lo que no es tenerte aquí follándote a ti y a tu corazón.
Que no me hablen si no es para hablar de ti.

Sí, hoy estoy irascible, pero a pesar de todo te tengo y mientras el sufrimiento se desinfla yo me lleno más de ti y de estas malditas ganas de huir de todo contigo, de romper estas paredes que tanto creen conocerme para destruir las tuyas como si fuesen el muro de Berlín.
Solo que esta vez, solo nos salvamos dos.

Y créeme que es suficiente.

Me vaciaste para llenarme


Hay golpes que hacen daño. Bueno, en realidad todos los golpes hacen daño.
Hay otros que rompen. Cosas o personas, no se sabe.
Otros, por desgracia, matan.
Nadie quiere ser golpeado, pero… es que ella me golpea, y yo me dejo golpear, y creedme si os digo que en mi vida ha habido un golpe más violento que su existencia, que de un guantazo ha acabado con el dolor.

Ya no queda nada del frío que hasta ahora congelaba mi vida porque ahora hay alguien… Hay alguien que prende cada una de mis ventanas para que el viento no se atreva a entrar e intente mellar de nuevo el caos en mi habitación.

Ya no queda nada de esos sitios tristes y oscuros de Valladolid por los que solía caminar sola, porque ahora hay alguien que camina conmigo, de la mano, y hace de cada rincón una primavera en la provincia de Tokio, que por si no lo sabéis, es preciosa.

Ya no queda nada de las grietas de la acera que absorbían mi tiempo jurando no volver a devolvérmelo porque ahora hay alguien que las sella con promesas. ¿Se cumplirán? Ni idea. Lo único que sé es que me reconforta oírlas una y otra y otra y otra vez…

Ya no queda nada de esos sabores que únicamente me aportaban la amargura del café que tanto odio o del champú que siempre me acaba tragando en la ducha porque ahora hay alguien que hace que mis labios sepan a chocolate y gominolas… Y en general a ganas de vivir.

Ya no queda nada del silencio que reinaba en los lugares altos de la ciudad porque ahora hay alguien que chilla te quieros desde ellos, te quieros que no solo prenden el cielo con el atardecer más espectacular que he visto en mi vida sino que también, me prenden a mí.

Y es que aunque no pueda estar, aunque la eche de menos, como dijo ella una vez, el menos con nosotras no existe, no se puede decir eso de “vísperas de todo, días de nada”, porque hoy es la víspera de verte, mañana el día de verte y pasado la resaca de verte.

Y pido perdón de antemano a todos los cantantes a los que robaré canciones para hacerlas nuestras, a los poetas que un día no puedan escribir porque yo me haya hecho con todos los versos, a mis labios por hacerles dependientes de otros, a la estación de buses por tener que ver tanta puta despedida, a mis sueños, que ahora ya no son sueños sino realidad, a quien no quiera o no pueda entenderlo…

Pero es que no busco comprensión, no, nada de eso…
porque el amor no busca de razones ni de entendimiento.

El amor simplemente se encarga de darnos la vida cuando  ya nos hemos dado por perdidos, una vida que yo ya no quiero si no es contigo.