.

.

domingo, 7 de junio de 2015

No hay manera de acortar la poesía

Todas mis carreteras me llevan a ti a pesar de las tormentas.
La poesía se sonoriza en cada gota de lluvia
y hace los coros a nuestras respiraciones entrecortadas
cuando el beso da más calor de lo normal.

Te clavaste en mi mirada dos horas más tarde de lo acordado
porque tenía miedo a mirarte
y no querer volver a vivir en mi casa nunca más.

Y arriesgué.

Mirarte me hizo perder (me)
para acabar encontrando en tus brazos los pasos de baile
que la vida nunca me enseñó a dar.

Quererte nunca fue una opción
porque siempre fuiste la única respuesta
a las preguntas que la luna me gritaba por la ventana cada noche.

Pero maldita sea(s), joder.
Tardaste tanto en aparecer.

Digamos que el tiempo se suicidaría si supiese,
por el contrario,
lo poquísimo que yo tardé en darme cuenta
de que nunca querría a nadie como te quiero a ti.
Pero... Shhh... Guárdame el secreto,
el tiempo sigue pensando que puede jodernos después de muerto.

Y bueno,
que yo solo quería escribir tres o cuatro versos.
Todas mis carreteras me llevan a ti a pesar de las tormentas.
Y cada kilómetro que tendría que estar recorriendo ahora mismo,
lo sustituiré por vidas contigo.
Cincuenta y un poquito.

Pero ya sabes, mi maldito amor,
que cuando me pongo a pensar en ti,
no hay manera de acortar la poesía.