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viernes, 5 de junio de 2015

Lo dejo todo, pero solo por ti

Me quema la mirada solo de mirarte.

Brillas tanto que no puedo aguantar tu sonrisa
sin hacerme daño en los ojos,
sin rasgarme el pecho,
sin pensar que no eres real.

En verdad, maldito amor, prefiero la verdad de imaginarte
antes que la mentira que me brindaría una realidad sin ti.

Pero afortunadamente, ayer pude comprobarte de nuevo.

Caminas por la calle prendiendo eternidades
y me quedo sin respiración cuando te miro
y me ahogas con tu ceniza.

Y es que me llenas tanto que podría darle al mundo todo lo que tengo
y aún así ser universo por ti y por ello:

Dejo mi aire a quien tenga los pulmones podridos de tanto malvivir,
porque yo ya te respiro a ti.

Dejo mis banderas y mi identidad a quienes quieran malgastarlas en guerras,
porque yo contigo, no quiero fronteras.
Y menos las que me separen de tu piel.

Dejo mi agua para quien esté sediento y hecho desierto,
que a mis bragas ya les haces océano solo con un beso.

Dejo mi tiempo a quien quiera vengarse del pasado,
que yo tengo parado el reloj para vivirte
como si fuera el último día de nuestro futuro.

Dejo mi voz a quien se quede mudo frente a una catástrofe,
que ahora hablo con la tuya
y ya no tengo que usar la mía para gritar tu nombre.

Dejo mi tacto a las caricias
que se esconden en la timidez de un enamorado,
que a mí ya no me da vergüenza decirte
que el tuyo, tu tacto, lo quiero dentro de mí, mientras lo hacemos.

Dejo mi casa a los okupas porque vivo en ti.
Dejo mi dinero a los parados porque ya tengo un tesoro.
Dejo mi vida a quien quiera cogerla, que yo me meto en la tuya.
Dejo un todo por otro todo que eres tú.

Pero mi corazón, maldito amor, lo dejo solo para ti.