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viernes, 5 de junio de 2015

Aquel día viniste a vestirme de poesía

Quién me iba a decir que mi felicidad se hallaba reflejada en tus ojos.
Quién me iba a decir que tú serías esa sonrisa destinada a aparecer en mitad de un beso.
Quién me iba a decir que tus manos guardaban los escalofríos que ahora recorren mi cuerpo de norte a sur, de este a oeste.
Quién me iba a decir que mi mayor defecto era no tenerte.
Quién me iba a decir que podrías darme incluso lo que el mundo aún no tiene.
Quién me iba a decir que algún día sería tan grande por tus “te quiero” y no por inflarme a petit-suisses.
Quién… Quién… Quién…

Y ahora me doy cuenta de que he sido realmente ignorante.

Ignoré que las canciones de amor a las que antes esquivaba de un volantazo ahora tienen destinataria. ¿Fin del trayecto? Tu mirada.
Ignoré que la lluvia empapa menos que tus ganas. Que mis ganas. Que nuestras ganas.
Ignoré que el frío habla, que susurra, que nos incita a abrazarnos. A quemarnos la piel. A abrasarnos las entrañas.
Ignoré que mis mejillas podían cambiar de color, como los camaleones que aparecen en los documentales de la dos. Carne. Rosa. Rojo. Otra vez carne. Otra vez rosa. De nuevo rojo.
Ignoré que el hambre sólo se sacia teniendo la barriga llena de mariposas.
Ignoré que cada una de las caladas que le he dado al cigarro, eran los momentos que me aguardaban contigo. Y créeme que son más que políticos corruptos.
Ignoré… Ignoré… Ignoré…


Y ahora me doy cuenta de que he estado toda una vida con los ojos cerrados, y de repente has venido para abrírmelos.

Has venido para prohibirme taparme la cara cuando me dices cosas que me rompen y recomponen.
Has venido para traerme toda esa felicidad que ni si quiera unos Reyes Magos podrían regalar.
Has venido para hacer caer el jersey sobre tu hombro, reclamando guerra y a la vez firmando un acuerdo de paz.
Has venido para arrancarme un te quiero en la última milésima de segundo de un beso. No, un te quiero a secas no, un te quiero a rabiar.
Has venido para poner tu nombre entre mis sábanas, para que tus sueños marquen territorio en mi almohada.
Has venido para “continentalizarme”.
Has venido… Has venido… Has venido.

¿Todavía tengo que decirte que podrías ser tú? Vaya estupidez.
Lo eres joder.

LO ERES.