Las calles se oscurecen
cuando reflejo mi miedo en cada ventana
y los pájaros se preparan en algún tejado
para cantar algo triste por mi ausencia.
El cielo se llenó de brasas
cuando dejaste de lloverme
y me ahogo entre la ceniza de nuestros restos.
En algún lugar alto de la ciudad
mueren los versos aplastados por paredes derrumbadas
y nuestros gritos quedan sustituidos
por un vacío que haría estremecer al mismísimo diablo.
No vuelvo a ver a mi felicidad
bajando de ese bus con la sonrisa cargada de futuros.
Antes la estación era mi segunda casa
y ahora es el lugar que nunca más me atreveré a pisar.
Estoy desnuda y muerta de frío
en el suelo que no llegué a conocer
estando entre tus brazos
porque me desnudaste de la poesía con la que me vestías.
En la música se ha metido a vivir el silencio
y tus canciones se tiñeron de rojo
cuando los discos estallaron entre mis manos.
Pero no me hagas caso.
Que yo solo vengo a contarte mis pesadillas
para que me aprietes firmemente contra ti,
para que me limpies las lágrimas al despertar
y para que me susurres que esto no es real.
Aunque ya lo sepa.