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domingo, 5 de julio de 2015

De tu ausencia nace la mediocridad

Te escribo desde lo alto de un acantilado
pero el mar se hace una gota minúscula de agua,
las montañas granos insignificantes de arena
y las embestidas de las olas contra las rocas
son caricias en comparación con el golpe
que tú has dado en una vida muerta, que era la mía.

Ni el mar supera tu saliva,
ni las montañas las curvas de tus caderas,
ni las olas la forma en la que me tocas.

Ahora más que nunca veo
que el mundo rebosa mediocridad cuando no estás,
porque hace mucho que empecé a pensar
que está hecho para que nosotras lo hagamos mejor,
y que las cosas que amo llorarían
si supiesen que no puedo quererlas tanto
si no las comparto contigo.

El horizonte desaparece ante estos ojos
que se esconden de tu mirada
porque está mucho más definida
la línea de mi destino.

Mi destino y futuro contigo.

Porque destino es saber
que te encontraré en todas mis vueltas
y que las próximas partidas las haré de tu mano
para acabar llevando la furia del mar a las sábanas.

Quiero dejar de echarte de menos
y despertarme contigo
para decirte al oído que ya nunca volveré a irme sin ti.

Pronto.