Quise dar muerte a mis vacíos
y solo conseguí dormirlos
al ritmo de un Sing me to sleep.
Intenté dejar mis fracasos fuera,
con la basura,
para dejar de sentir miedo,
para reírme a carcajadas
mientras doy un calo a la vida defectuosa
que nunca se dignaron a descambiarme.
Y entre botellas vacías y éxtasis,
me derrumbé,
cayendo en un suelo hecho con tus cuerdas y poesías.
Llegaste en el momento crítico
y decidiste salvarme en vez de salvarte,
porque quisiste salvarnos.
Desde entonces no me he querido levantar
y ahora vivo tumbada boca-arriba,
a tu lado,
porque quiero compartir mis caídas contigo
y hacer del cielo nuestro único punto de mira.
En resumen,
sigo jodida.
Jodidamente feliz.