Tengo miedo de dejar de posarme hecha
sueño
sobre tus pestañas por las noches
y que te despiertes por el día
sin ganas de seguir bailando.
Puedo decir que estás
pero he dejado de sentirte
y es que un solo día sin ti
ha bastado para agrietar mis alas.
Vuelvo a tener el corazón en blanco y
negro
y se ha caído el número de la casa
en la que nos veía desnudándonos.
A nosotras mismas,
de nosotras mismas
y de nuestras sombras.
La esperanza se ha marchado
con nuestros besos
y mi piel está pálida y muerta
porque no puede enrojecer
con tus mordiscos llenos de ganas de
amarme.
En las estaciones de todo el mundo
reina el silencio
porque los buses hacen luto
por nuestra ausencia
y mis suelas están desgastadas
de buscarte sin parar de caminar en
círculos.
Todas las cosas que quiero enseñarte
gritan desde el interior de mi pecho
y tengo ganas de desgarrarme para
acabar con este maldito dolor.
Me da pánico convertirme en polvo en
el aire
y abrazos vacíos.
Me da pánico que ya no necesites
quedarte a vivir en mí.
Me da pánico que hayamos hecho el
amor
sobre las cenizas de nuestro futuro.
Me da pánico que inventes un nuevo
lenguaje
que no sea el de nuestros silencios.
Me da pánico que te vayas
sin haber despertado a la ciudad
con nuestros gemidos.
Me da pánico ser parte de tu dolor
por el hecho de no saber hasta qué
punto te quiero.
Y por último,
me da pánico
que no sepas de mi pánico