.

.

martes, 10 de mayo de 2016

Aquí, ahora y nunca más

Una vez la chica que tengo al lado
me dijo que cuando estamos enamorados,
el tiempo no se pasa rápido. Se pasa lento.
Porque disfrutamos tanto cada momento
que no contamos la vida por días sino por segundos.
Ahora le entiendo. Porque estos meses han sido como años.

Te odio.
Te odio como nunca quise a nadie.

No me puedo creer que te hayas ido.
Con lo que insististe en abrirme las costillas
para poder entrar al lugar del crimen
y tumbarte junto a un corazón desangrado.
Con lo que insististe en conocer mi mundo interior.

Me dijiste:
”Un día por casualidad me di cuenta
de que estabas igual de rota por dentro que yo,
y creo que nunca un desastre
me había llenado tanto con tan poco.
Por ti y tu poesía.
Apenas hemos hablado, apenas conozco de ti;
pero si por fuera me pareces preciosa,
por dentro debes de ser increíble.
Prefiero mantenerme al margen,
me pareces inalcanzable.
Solo espero que seas feliz y vueles muy alto, Vero.”

Ahora, unos meses después,
estoy más rota que antes de conocerte,
tú estás llena de mis catástrofes
y yo me he quedado vacía,
yo ya no sé quién cojones soy después de tantos puñales
y mi poesía esta vez no puede pagar por los destrozos.
No soy feliz y lo de volar, lo dejamos para tus promesas.

Te has olvidado de lo que te impulsó
a escribirme aquel mensaje por la noche.
Y me siento inútil.
He dejado que violases lo más íntimo de mí,
he permitido que juegues entre mis sombras.
Pero te escondes fatal, amor,
te sigo encontrando en todas partes…

He dejado que me buscases las cicatrices,
las has besado una a una con lágrimas en los ojos,
me has puesto desnuda delante de un espejo
y me has hablado de perfección.

Me has asegurado mil veces
que querías que aprendiese contigo
 lo que es el amor en realidad.
Me has dicho “te amo” mil más
y me has suplicado que cuando te dejase entrar en mí
pudieses quedarte a vivir una eternidad.

Cuando me voy a dormir sigo acurrucándome
en la pared como cuando estabas conmigo
y te dejaba tu hueco por si algún día te colabas por la ventana.
Aunque al final acabases eligiendo ponerte encima de mí.

Las calles de Madrid cubren mis paredes
aún sabiendo que ya no vamos a hacer el amor en ellas
 hasta que se apaguen las farolas.
Pero es que me da miedo quitarlas
y volver a leer lo que hay detrás de cada una,
no sea que me lo vaya a creer otra vez.

No puedo coger ni un solo libro sabiendo que los has tocado todos.
Estoy segura de que si los abriese, los encontraría en blanco.
Porque tú te habrías llevado toda la poesía.

No quiero cumplir años dentro de una semana
porque ya no vas a aparecer por sorpresa
(sí, amor, sabía que ibas a venir).

Joder cuanto más hablo
más noto cómo se abren todas mis cicatrices…
Mierda María, no he cogido tampones.
Espero que no me desborde.