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martes, 10 de mayo de 2016

Caótica

A duras penas recuerdo los momentos
en los que mi vida era mar en calma,
yo que siempre soñaba
con el caos de un oleaje sin tregua embestido contra unas caderas de mujer.

Ahora solo soy desorden.
Lo que quería ser.
Y echo de menos la calma.

No sé lo que quiero hasta que lo tengo
y me duelen las pestañas de posar sobre ellas
el peso de mis sueños muertos.

Siempre me han dicho que en la vida
no siempre se gana
pero nadie me preparó
para perder siempre.

Supongo que deseé demasiado la tormenta
y ahora el agua pudre mis huesos
haciéndome caer en cada charco.
Para empaparme más.

He sido cómplice suicida de la lluvia
porque curaba mis sequías
pero las cicatrices que creí curadas
se han arrugado
y ya casi no me queda carne que morder
cuando tengo hambre de amarme.

Yo quería otro tipo de caos.

Quería uno que me hiciera temblar de placer,
que me hiciera contemplar el espejo
y admirarme como si fuese una obra de arte,
que me quemara pero sin doler,
que me mojara pero sin hacerme enfermar.

Así que quizás yo sea la única mujer
a la que tenga que amar
y  tenga que dejar las olas 
para las vacaciones de verano.